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La autonomía de los niños y niñas

1. Autonomía y responsabilidad

Desde que el niño nace se produce un proceso progresivo de búsqueda de autonomía por parte del niño.

Un bebé es dependiente de sus padres al 100 %, no podría vivir sin su protección.

El niño cuando crece empieza a buscar su propia autonomía y los padres le ayudan en esa búsqueda, en ocasiones sin ser muy conscientes de ello. Cuando ayudamos a nuestros hijos a andar o a decir sus primeras palabras, estamos fomentando su autonomía ya que les estamos ayudando a ampliar su capacidad de actuación y a valerse por sí mismos.

Paulatinamente los padres debemos dejar de ser imprescindibles para nuestros hijos. Poco a poco les animaremos a que tomen sus propias decisiones y les permitiremos que se equivoquen para que aprendan de sus propios errores.

Es fundamental enseñarles a responsabilizarse de sus actuaciones y de sus decisiones.

Cuando el niño llega a la adolescencia se produce una ruptura de la dependencia psicológica de los hijos respecto a sus padres. Es muy importante que nuestros hijos lleguen a esta etapa con cierto desarrollo de su autonomía y con una idea clara de que han de responsabilizarse de sus actos y decisiones, si no es así podemos crear a jóvenes inmaduros e inseguros, incapaces de enfrentarse a los problemas.

Hay muchos decisiones que tomamos por nuestros hijos y que perfectamente podrían tomarlas ellos, desde elegir la ropa que se van a poner a negociar el reparto de algunas tareas del hogar con sus hermanos.

Obviamente todas las decisiones han de estar supervisadas por los padres, cuando creamos que cometen alguna equivocación debemos aconsejarles y explicarles las posibles consecuencias de sus decisiones pero no debemos imponerles las nuestras.


2. ¿Cómo estimular la autonomía de nuestros hijos?
Los padres pueden ir estimulando la autonomía de sus hijos desde que éstos son pequeños, en distintos ámbitos como pueden ser: Las tareas del hogar, las tareas escolares, el aspecto y aseo personal, la vida social, etc.

- En lo que se refiere a las tareas académicas, es muy importante tener en cuenta que bajo ningún concepto debemos hacer los ejercicios por ellos. Es bueno que les animemos a que resuelvan sus dudas utilizando diccionarios, enciclopedias o consultando en Internet, ya que de esta manera empezarán a ser autosuficientes y no dependerán tanto de nosotros.

Cuando nos planteen dudas sobre el porqué de las cosas, podemos invitarlos a que razonen y que expongan las conclusiones a las que llegan por sí solos, una veces acertarán y otras muchas no, pero es bueno que intenten buscar ellos mismos la solución.

- Respecto a las tareas domésticas, es muy positivo que los hermanos acuerden un reparto del trabajo y que se responsabilicen de su parcela. Los padres velaremos porque no se produzcan agravios comparativos en estos repartos pero dejaremos la iniciativa a nuestros hijos.

- También es importante estimular su autonomía social, permitiendo que vayan a pasar el día a casa de amigos o que estos vengan a nuestra casa, que se reúnan con amigos y organicen juegos y actividades para hacer con ellos.

Esto hará que aprendan a desenvolverse en sociedad. Por supuesto cuando nuestros hijos nos planteen planes o deseos respecto a cosas que les gustaría realizar no debemos desanimarles sino estimularles y empujarles a que cumplan sus ilusiones.

Por ejemplo si quieren apuntarse en un equipo de fútbol o en un grupo de teatro o aprender a tocar algún instrumento debemos apoyarles y no poner pegas, aunque creamos que no tienen facultades para ello.

Siempre es bueno dejar que los niños tomen iniciativas y luchen por lo que desean.

Es fundamental reconocer su esfuerzo y felicitarles por sus logros, no quitar mérito a éstos por pequeños que sean. De esta manera los pequeños estarán cada vez más motivados para intentar nuevos retos.

3. Cosas que pueden hacer los niños para desarrollar su autonomía
Desde que los niños son pequeños hemos de conseguir que empiecen a realizar actividades por sí solos.

Estaremos supervisando estas actividades hasta que las logren realizar con corrección. De esta manera, un niño con ocho o nueve años ya debe estar en disposición de realizar por sí solo todas las tareas relativas a su aseo personal, a ordenar sus cosas y a saber comportarse en la mesa o ante una visita.

A este respecto según la edad del niño podemos establecer los siguientes objetivos:

- Un niño de cinco años estará en disposición de: Recoger los juguetes cuando ha terminado de jugar, lavarse las manos y los dientes, sentarse con corrección a la mesa, vestirse solo.

- A los seis años podrá: Hacer sus tareas académicas (con nuestra ayuda y supervisión), usar correctamente los cubiertos, bañarse o ducharse solo, peinarse.

- Con siete años estará en condiciones de: Ayudar en las tareas de la casa, mantener su habitación ordenada.

- A partir de los siete u ocho años los niños estarán en condiciones de empezar a resolver muchos de los problemas cotidianos que les surjan tanto en casa como en el colegio.





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