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Cómo actuar en la fase del por qué..

A partir de los 2 ó 3 años comienza una etapa en la que los niños lo preguntan todo, sienten una enorme curiosidad por todas las cosas y "bombardean" a sus padres con todo tipo de preguntas. Ante esto, los padres deben saber que esto forma parte del desarrollo evolutivo del niño y que la actuación que se tenga con ellos va a ser muy importante para su desarrollo futuro.



1. ¿Cuáles son las preguntas más frecuentes?

El niño pregunta porque tiene necesidad de aprender y conocer. No necesita respuestas muy elaboradas sino que le ayuden a comprender el mundo que le rodea.
Cuando son muy pequeños, las preguntas más frecuentes son muy sencillas, por ejemplo ¿Esto qué es?. ¿Quién es este?, ¿Porqué llora el niño?, etc. En estos caso se deben dar respuestas sinceras y verdaderas pero evitando dar más información de la que necesita para su edad.

De los 4 a los 6 años, es cuando empieza a entender la relación causa-efecto, y sus preguntas van en esa dirección. Por ejemplo ¿Por qué se ha muerto la abuela?, ¿Por qué hay tanta agua en el mar?, ¿Por qué tienes que trabajar?, etc. Se aconseja que las respuestas tengan cierto fundamento y que estén adecuadas a las características y desarrollo del niño.

Cuando hacen preguntas más técnicas se puede responder con ejemplos prácticos como por ejemplo, cuando pregunten "por qué una linterna produce luz" se le puede mostrar el interior de la misma para explicarles el mecanismo. En ningún caso se deben dar respuestas sin sentido o responder lo primero que se nos ocurra.




2. Cómo se debe responder

A la hora de responder es muy importante tener en cuenta el nivel de comprensión y vocabulario del niño. Es aconsejable responder a todas las preguntas que haga el niño y estar siempre predispuesto a hablar y conversar con él.
Algunos niños tienen la costumbre de formular una pregunta tras otra sin dejar transcurrir un segundo entre pregunta y pregunta, otros exigen respuestas que los padres no tienen en ese momento o utilizan las preguntas para llamar la atención de los padres. En estos casos, muchos padres, no saben como deben actuar, se irritan, pierden la paciencia o les obligan a callar bruscamente sin darles ninguna explicación.

Hay una serie de pautas que pueden ser útiles para afrontar la etapa del "por qué" de forma adecuada:

- Escúchalo y respóndele. Escuchar atentamente lo que el niño pregunta e intentar responder a esa pregunta evitando responder lo primero que se te ocurra o caer en respuestas del tipo "porque sí".

- Atiéndelo siempre. Si estás muy ocupado en una tarea pídele que espere unos minutos hasta que acabes y dile que después le atenderás. No olvides que tienes que cumplirlo, que es muy probable que el niño no olvide lo que le has dicho y que seguramente estará esperando que lo hagas.

- Charla con él. Intenta mantener conversaciones y charlas con el niño, comenta lo que estás haciendo, lo que está haciendo él o ella, pregúntale, interésate con él por lo que os rodea, etc.

- No permitas que te desafíen. Ante determinadas preguntas conviene evitar dar excesiva información, sobre todo, cuando el niño hace preguntas en tono desafiante. A veces, los niños utilizan este tipo de preguntas cuando no quieren hacer algo que les han obligado a hacer. Por ejemplo, cuando el niño no quiere ir al colegio y pregunta ¿Por qué tengo que ir al colegio?, o cuando quiere salir a jugar ¿Por qué no puedo salir a jugar como todos mis amigos?.

En estos casos, lo mejor es no entrar en justificaciones ni aclaraciones. Se le debe dar una repuesta muy clara y concisa, y si el niño insiste una y otra vez sobre la misma pregunta es aconsejable utilizar la estrategia de volver a darle una y otra vez la misma respuesta hasta que se canse.

3. Intenta estimular la curiosidad de tu hijo

Además de intentar responder a todas las preguntas, los padres deben intentar incitar y desarrollar la curiosidad de sus hijos. Es bien sabido, que la curiosidad favorece y estimula el aprendizaje y el desarrollo. El niño está en la etapa perfecta para asimilar todo lo que se le dice. Es por ello que los padres y educadores deben intentar y esforzarse por satisfacer esta necesidad natural.
A partir de los cuatro años, tienen un gran nivel de vocabulario y formulan cada vez preguntas más complicadas y, a veces, absurdas. Los padres deben saber que lo importante no es la calidad de las respuestas sino que esto sirva para favorecer la comunicación y diálogo entre padres e hijos.

Se le deben dar respuestas que sean aclaratorias y que al mismo tiempo, inciten al niño a pensar. En ocasiones se le puede pedir que sean ellos mismos los que den la respuesta a la pregunta que están haciendo.

Por ejemplo si preguntan: ¿Por qué los muñecos no andan? Se le puede responder: ¿Tú por qué crees que no andan? De esta forma le animamos a pensar y estimulamos su creatividad.

La autonomía de los niños y niñas

1. Autonomía y responsabilidad

Desde que el niño nace se produce un proceso progresivo de búsqueda de autonomía por parte del niño.

Un bebé es dependiente de sus padres al 100 %, no podría vivir sin su protección.

El niño cuando crece empieza a buscar su propia autonomía y los padres le ayudan en esa búsqueda, en ocasiones sin ser muy conscientes de ello. Cuando ayudamos a nuestros hijos a andar o a decir sus primeras palabras, estamos fomentando su autonomía ya que les estamos ayudando a ampliar su capacidad de actuación y a valerse por sí mismos.

Paulatinamente los padres debemos dejar de ser imprescindibles para nuestros hijos. Poco a poco les animaremos a que tomen sus propias decisiones y les permitiremos que se equivoquen para que aprendan de sus propios errores.

Es fundamental enseñarles a responsabilizarse de sus actuaciones y de sus decisiones.

Cuando el niño llega a la adolescencia se produce una ruptura de la dependencia psicológica de los hijos respecto a sus padres. Es muy importante que nuestros hijos lleguen a esta etapa con cierto desarrollo de su autonomía y con una idea clara de que han de responsabilizarse de sus actos y decisiones, si no es así podemos crear a jóvenes inmaduros e inseguros, incapaces de enfrentarse a los problemas.

Hay muchos decisiones que tomamos por nuestros hijos y que perfectamente podrían tomarlas ellos, desde elegir la ropa que se van a poner a negociar el reparto de algunas tareas del hogar con sus hermanos.

Obviamente todas las decisiones han de estar supervisadas por los padres, cuando creamos que cometen alguna equivocación debemos aconsejarles y explicarles las posibles consecuencias de sus decisiones pero no debemos imponerles las nuestras.


2. ¿Cómo estimular la autonomía de nuestros hijos?
Los padres pueden ir estimulando la autonomía de sus hijos desde que éstos son pequeños, en distintos ámbitos como pueden ser: Las tareas del hogar, las tareas escolares, el aspecto y aseo personal, la vida social, etc.

- En lo que se refiere a las tareas académicas, es muy importante tener en cuenta que bajo ningún concepto debemos hacer los ejercicios por ellos. Es bueno que les animemos a que resuelvan sus dudas utilizando diccionarios, enciclopedias o consultando en Internet, ya que de esta manera empezarán a ser autosuficientes y no dependerán tanto de nosotros.

Cuando nos planteen dudas sobre el porqué de las cosas, podemos invitarlos a que razonen y que expongan las conclusiones a las que llegan por sí solos, una veces acertarán y otras muchas no, pero es bueno que intenten buscar ellos mismos la solución.

- Respecto a las tareas domésticas, es muy positivo que los hermanos acuerden un reparto del trabajo y que se responsabilicen de su parcela. Los padres velaremos porque no se produzcan agravios comparativos en estos repartos pero dejaremos la iniciativa a nuestros hijos.

- También es importante estimular su autonomía social, permitiendo que vayan a pasar el día a casa de amigos o que estos vengan a nuestra casa, que se reúnan con amigos y organicen juegos y actividades para hacer con ellos.

Esto hará que aprendan a desenvolverse en sociedad. Por supuesto cuando nuestros hijos nos planteen planes o deseos respecto a cosas que les gustaría realizar no debemos desanimarles sino estimularles y empujarles a que cumplan sus ilusiones.

Por ejemplo si quieren apuntarse en un equipo de fútbol o en un grupo de teatro o aprender a tocar algún instrumento debemos apoyarles y no poner pegas, aunque creamos que no tienen facultades para ello.

Siempre es bueno dejar que los niños tomen iniciativas y luchen por lo que desean.

Es fundamental reconocer su esfuerzo y felicitarles por sus logros, no quitar mérito a éstos por pequeños que sean. De esta manera los pequeños estarán cada vez más motivados para intentar nuevos retos.

3. Cosas que pueden hacer los niños para desarrollar su autonomía
Desde que los niños son pequeños hemos de conseguir que empiecen a realizar actividades por sí solos.

Estaremos supervisando estas actividades hasta que las logren realizar con corrección. De esta manera, un niño con ocho o nueve años ya debe estar en disposición de realizar por sí solo todas las tareas relativas a su aseo personal, a ordenar sus cosas y a saber comportarse en la mesa o ante una visita.

A este respecto según la edad del niño podemos establecer los siguientes objetivos:

- Un niño de cinco años estará en disposición de: Recoger los juguetes cuando ha terminado de jugar, lavarse las manos y los dientes, sentarse con corrección a la mesa, vestirse solo.

- A los seis años podrá: Hacer sus tareas académicas (con nuestra ayuda y supervisión), usar correctamente los cubiertos, bañarse o ducharse solo, peinarse.

- Con siete años estará en condiciones de: Ayudar en las tareas de la casa, mantener su habitación ordenada.

- A partir de los siete u ocho años los niños estarán en condiciones de empezar a resolver muchos de los problemas cotidianos que les surjan tanto en casa como en el colegio.





El juego en los niños

El juego ha demostrado ser una valiosa experiencia de aprendizaje, en la actualidad se ha superado en gran medida la tendencia a considerar el juego como una inofensiva "pérdida de tiempo" propia de la infancia. Se valora en cambio, la importancia de esta actividad para el sano desarrollo de la personalidad infantil.
¿Cuál es la conducta más frecuente en la infancia? Las respuestas tienden a coincidir: jugar. El juego es una actividad propia del ser humano, se presenta en todos los niños, aunque su contenido varíe de acuerdo a las influencias culturales que los distintos grupos sociales ejercen. A esto se suma el hecho de que nuestra especie mantiene la capacidad de jugar más allá de la infancia, un ejemplo de lo cual puede encontrarse en las actividades deportivas.



Debido a que el juego ha demostrado ser una valiosa experiencia de aprendizaje, en la actualidad se ha superado en gran medida la tendencia a considerar el juego como una inofensiva "pérdida de tiempo" propia de la infancia. Se valora en cambio, la importancia de esta actividad para el sano desarrollo de la personalidad infantil. Este cambio de postura se refleja tanto en la incorporación del juego dentro de las actividades curriculares de la escuela, como en el interés manifestado por numerosos fabricantes de juguetes por dotar de valor educativo a sus materiales, dándoles características didácticas que favorezcan el desarrollo.

Los padres, por su parte, buscan cada vez más estas características en los juguetes que adquieren para sus hijos, procurando que se adecuen a las diferentes etapas de desarrollo y estimulen la creatividad infantil.



¿Qué es el juego?

La respuesta a esta pregunta parece fácil, ya que habitualmente resulta sencillo para el observador reconocer el carácter de juego de una acción, del mismo modo que quién está jugando tiene conciencia de este carácter lúdico.

Así, cuando vemos a una niña acunando cariñosamente su muñeca, a otro modelando figuras en plasticina, a un grupo atareado en torno a unas cuantas bolitas, o a un pequeño que salta repetidas veces desde el mismo escalón, sabemos que están jugando, pese a que la conducta es muy similar a la realidad "en serio". ¿Cómo sabemos que lo que el menor realiza es un juego?

Es difícil limitar el juego a una definición, por lo que intentaremos resaltar los criterios que permiten diferenciarlo de otras actividades.

¿Cuándo se está jugando?

Las diversas teorías del juego proponen diferentes criterios para reconocer esta actividad, a partir de los cuales podríamos decir que se esta jugando cuando la actividad realizada:

Produce placer al sujeto que la realiza. Interesa más la acción que el resultado.
La meta de la acción es el juego mismo y no el aprendizaje. Prescinde de las limitaciones de la realidad.
Ejercita funciones o capacidades del sujeto. Satisface necesidades afectivas del sujeto. Crea una situación imaginaria.
La intención de jugar la diferencia de una actividad similar realizada como trabajo.
Estos criterios responden a diferentes modos de entender el juego y reflejan la complejidad de esta actividad, que en ciertos momentos puede responder a unos u otros de los criterios señalados.


Inteligencia Emocional en los niños


La mayoría de nuestras decisiones están tintadas por nuestras emociones. Si pensamos por un momento, ¿qué nos mueve a comprar un perro, una casa o que nos hace elegir a un amigo o una pareja? La respuesta a esta y otras cuestiones es la Inteligencia Emocional, una destreza que nos permite conocer y manejar nuestros propios sentimientos, interpretar o enfrentar los sentimientos de los demás, sentirnos satisfechos y ser eficaces en la vida, a la vez que crear hábitos mentales que favorezcan nuestra propia productividad.



Pero la Inteligencia Emocional no se refiere exclusivamente a las emociones, sino a cómo integrar éstas con las cogniciones y los actos. La idea es poner inteligencia a las emociones.

El experto norteamericano en terapias infantiles Lawrence E. Shapiro en su libro “La inteligencia emocional de los niños”, destaca la necesidad de reforzar determinadas capacidades emocionales en los menores. Los niños no siempre desarrollan de forma espontánea las cualidades emocionales y capacidades sociales que los convertirán el día de mañana en adultos responsables, apreciados y felices.


La Inteligencia Emocional, como toda conducta es transmitida de padres a hijos, sobre todo a partir de los modelos que el niño se crea.

Los padres que manifiestan la ternura y el amor, producen efectos muy positivos en sus hijos. En lo cognitivo, estos serán alumnos más eficaces, con mayor concentración y con menores interferencias afectivas. En el plano social, causarán una mejor impresión y serán más hábiles para relacionarse.

Es muy recomendable que los padres jueguen mucho con sus hijos sin utilizar esos momentos para darles instrucciones, sino hacer de ellos momentos compartidos, libres de juicios y presiones.

No se deben ignorar los sentimientos de nuestro hijo, pensando que sus problemas son triviales y absurdos. Debemos procurar darnos cuenta de sus sentimientos, y darle soluciones emocionales alternativas. Nunca menospreciar los sentimientos del niño (por ejemplo, prohibiéndole que se enoje, ser severos si se irritan…)

Debemos conocer y aceptar las individualidades de nuestros hijos, para de esta manera poder reconocer las debilidades y fortalezas que posea cada uno.



Nuestra misión también es enseñarle a entablar amistades y conservarlas, a trabajar en grupo, a respetar los derechos de los demás, a motivarse cuando las cosas se ponen difíciles, a tolerar las frustraciones y aprender de ellas, superar sentimientos negativos como la ira y el rencor, tener autoestima elevada, manejar las emociones y aprender a expresar los sentimientos de manera adecuada.

Las emociones son estados afectivos subjetivos y debemos procurar mejorar y aumentar en nuestro hijo el coeficiente emocional, para que sean personas más felices y con más éxito en la vida.

Obesidad Infantil



¿Por qué nuestros niños se están convirtiendo obesos a tan temprana edad?

Esta problemática se debe principalmente al desequilibrio entre la nutrición y la actividad física. La modernidad trae consigo que los niños se diviertan cada vez más de forma sedentaria. La televisión, el computador, los videos juegos las nuevas comodidades. Han disminuido considerablemente la actividad física ya sea en juegos, al aire libre, excursiones deportes etc. Sin mencionar las pocas horas destinada en los colegios a la educación física, todos estos factores sumados a una dieta de mala calidad (comida chatarra, dulces)se trasforma en obesidad temprana.


La causa es la conversión del exceso de alimento ingeridos en grasas que quedan almacenadas en el organismo. este desequilibrio en el proceso se puede deber

· Un consumo excesivo de nutrientes

· Un descenso en el gasto energético

Entre los factores que intervienen en una obesidad infantil se encuentran:

· La conducta alimentaría

· Consumo de energía
· Factores hederitarios
· Factores hormonales
· Factores psicosociales y ambientales

Un niño se considera obeso cuando su peso sobrepasa al 20% de su peso ideal.

Los niños que comienzan con una obesidad entre los 6 meses y siete años de vida el porcentaje de los que seguirán siendo obesos en la edad adulta es de 40% mientras para los que comenzaron entre los 10y13 años las probabilidades son 70%, porque las células que almacenan grasa (adipositos) se multiplican en esta etapa de la vida por lo cual aumenta la posibilidad del niño de ser obeso cuando adulto.

Las consecuencias inmediatas de la obesidad infantil:

· Problemas familiares.

· Baja autoestima.

· Rechazo por la actividad física.

· Discriminación y rechazo por parte de sus compañeros.

Consecuencias posteriores:
· Obesidad crónica
· Problemas de tipo coronarios
· Hipotiroidismo
· Hipertensión
· Problemas óseos

Tratamiento se fundamenta en tres grandes pilares:

· Medicamentos: en casos especiales y puntuales.

· Dieta : esta debe ser balanceada considerando ciertos factores como edad, sexo, estatura, etc.

· Ejercicio: se recomienda realizar actividad física 2 veces por semana donde pueda participar toda la familia, las actividades deben ser varias como juegos ,excursiones, paseos, deportes etc.
Una buena solución para motivar a los infantes a la actividad física es hacer bicicleta estática mientras el niño ve televisión.
Ud. mismo puede diseñar diversas actividades, donde se entregará nuevo material de trabajo físico en los próximos artículos; con el fin de entregar una mejorar calidad de vida al grupo familiar.